miércoles, 22 de julio de 2015

Controlar el colesterol desde la cocina

Recientemente vemos con frecuencia a Carlos Sobera en la pequeña pantalla recomendando a sus amigos que cuiden que el colesterol no les llegue a 200. Es un buen consejo, porque el colesterol es una sustancia grasa útil para el cuerpo siempre que no alcance un nivel elevado en sangre. Si mantenemos una dieta de reducción del colesterol evitaremos que éste llegue a cotas excesivas que, entonces sí, pueden perjudicar seriamente nuestra salud.
Pero no debemos obsesionarnos con el colesterol, sólo es necesario que seamos conscientes de que una cocina adecuada, basada en menos grasas y más cereales integrales, frutos secos y legumbres que las dietas ordinarias, con abundancia de frutas y verduras, nos ayudará muchos en nuestro propósito. Cuanto más colesterol haya en la sangre, mayores serán los depósitos acumulados en las paredes internas de las arterias y, con el tiempo, estas se bloquearán impidiendo el riego sanguíneo.
Tomando menos grasas, en particular saturadas, se reducirá el índice de colesterol en sangre. Las grasas saturadas son duras o sólidas, a temperatura ambiente normal. El tocino, la manteca, el sebo, la mantequilla y las margarinas duras son grasas saturadas.

Evitar las grasas saturadas
Para cocinar hay que usar grasa, la vida resultaría aburrida y los alimentos insípidos sin ella. Afortunadamente existen las grasas poli-insaturadas que reducen el colesterol y son un sustituto perfecto de las grasas saturadas. Estas grasas son líquidas o muy blandas.
Cuando compremos o pidamos carne debemos evitar que sea muy grasa. Elegiremos cortes magros y recortaremos siempre el sebo con un cuchillo puntiagudo antes de cocinarla. También debemos reducir los productos lácteos que contengan mucha grasa: mantequilla, nata y toda clase de quesos grasos y extra-grasos. Usemos yogur descremado en recetas que pidan nata.
Usemos también leche descremada para cocinar y elijamos quesos con un contenido medio, o bajo, en grasas, como algunos quesos duros (el edam, por ejemplo), quesos de cuajada (tipo Burgos) o requesón. Resistámonos a la tentación de comprar pasteles, bizcochos, pastas y galletas ya que contienen muchas grasas saturadas ocultas.
Eso no quiere decir que no podamos darnos un capricho en una fecha determinada. Y que no tengamos tanto cuidado preventivo si nuestro cuerpo no es un adicto a fabricar colesterol con la mínima excusa.
Los restaurantes, suelen cuidar muy bien el contenido de colesterol en los productos que ofrecen en sus cartas. Por ejemplo, en el ROCXI BEACH se vigila muy de cerca el contenido de grasas saturadas en los platos de su carta.

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